“Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba”

Miguel de Cervantes. "Don Quijote de la Mancha".



viernes, 29 de noviembre de 2013

Cuatro niñas y un generador de orina

Cuatro niñas africanas crean un generador que produce electricidad durante seis horas con solo un litro de orina


Maker Faire Africa es algo más que un emprendimiento típico. Es una feria que muestra innovaciones, invenciones e iniciativas que buscan resolver problemas inmediatos y tras eso trabajar en su apoyo y propagación.

Es este el lugar donde cuatro estudiantes adolescentes presentaron un generador eléctrico que funciona con orina. Las creadoras del invento son cuatro chicas; Duro-Aina Adebola (14 años), Akindele Abiola (14 años), Faleke Oluwatoyin (14 años) y Bello Eniola (15 años), 

Su funcionamiento es el siguiente:
La orina se pone en un celda electrolítica la cual descompone la urea en nitrógeno, agua e hidrógeno. El hidrógeno entra en un filtro de agua para su purificación, y tras ello pasa por un cilindro de gas. El cilindro de gas empuja el hidrógeno a un cilindro de bórax líquido, que se utiliza para eliminar la humedad del gas de hidrógeno. El hidrógeno purificado se introduce en el generador. Un litro de orina produce seis horas de electricidad.




I M P R E S I O N A N T E




lunes, 25 de noviembre de 2013

William Kamkwamba y los molinos de viento

Hubo un tiempo en que William Kamkwamba era uno más entre los millones de niños pobres que viven en Malawi, uno de los países más necesitados de África. 

En 2001, una hambruna dramática asoló Malawi y tuvo que dejar la escuela. Sus padres no podían pagar la matrícula (80 dólares) de acceso a la educación secundaria. "Antes de descubrir las maravillas de la ciencia yo era un simple granjero en un país de granjeros pobres, pero aquel año nuestra suerte se oscureció", relata William.

"En mi casa comíamos sólo una vez al día, por las noches", recuerda: "Miré a mi padre y después a los campos de siembra secos. Era un futuro que no podía aceptar". Se enfrentó a la situación entrando en un biblioteca. Tenía catorce años.

Allí empezó a leer libros de ciencias, especialmente sobre física. Como no sabía inglés, el africano al principio sólo se fijaba en los gráficos y en las fotografías, tratando de relacionar las palabras con los dibujos. Fue así como se encontró con una imagen que cambiaría su vida: la foto de un molino de viento en un libro titulado Using energy.

"El libro decía que un molino podía generar electricidad y bombear agua, y eso significaba riego, una defensa contra la hambruna que estábamos pasando en aquel tiempo". Decidió construirlo. Pero como no tenía los materiales necesarios, tuvo que conformarse con la chatarra que encontró en un almacén cercano: el aspa de un ventilador, un amortiguador, los restos de una bicicleta, tubos de PVC... 

Esta es su historia.


Gracias a su primer molino, llevó la electricidad a su hogar. Con doce vatios de potencia, pudo encender cuatro bombillas y dos radios. Sin embargo, Kamkwamba quería ayudar a toda la comunidad; y para eso eso necesitaba construir un molino mayor -con el tiempo construiría varios- e instalar una bomba de agua y un sistema de riego por goteo.

También lo logró, aunque desde 2007, cuando fue invitado por primera vez a un evento TED -tardaron varias semanas en encontrar la casa de Kamkwamba-, los inversores se volcaron con William, aportando el capital necesario para la consecución de sus proyectos. Cuando subió al escenario tenía 19 años. "Antes de esa época, no había estado lejos de mi casa. No había visto un ordenador. Nunca había entrado en internet ni había visto un avión", recuerda.

Antes de que entrase en aquella biblioteca, en su aldea, Masitala, donde apenas hay cincuenta casas, no había electricidad ni agua potable. Diez años después, el escenario ha cambiado. Sus vecinos comenzaron tachándole de loco, pero ahora le admiran como a un héroe.

Mientras tanto, Kamkwamba sigue su viaje. En África, retomó sus estudios de secundaria en un colegio bíblico y luego fue admitido en la elitista African Leadership Academy, en Sudáfrica. En la actualidad, estudia en la Universidad de Dartmouth y su sueño es dirigir su propia empresa de fabricación de molinos, para llevar la tecnología a África.

Ahora tiene Twitter y ya ha sido invitado por Google como conferenciante científico. También ha escrito una autobiografía, The Boy Who Harnessed the Wind, donde relata su experiencia como inventor. Y el documental sobre su vida, William and the Windmill, sigue cosechando premios.





lunes, 18 de noviembre de 2013

100 años no es nada



“Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...Si nada se puede esperar de las turbas monárquicas, tampoco debemos tener fe en la grey revolucionaria (...) No creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los antediluvianos (...) La España que aspira a un cambio radical y violento de la política se está quedando, a mi entender, tan anémica como la otra. Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis ética, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental." 


Fragmento del libro de Benito Pérez-Galdós "La fe nacional y otros escritos sobre España" publicado en 1912.

100 años han pasado desde que Benito Pérez-Galdós publicó estas líneas, 100 años...

¡¡Ni tampoco en 500!!